La referencia de Felipe Kast a los “dos papás” no es casualidad, sino más bien un juego semántico para hacer un guiño al controvertido libro «Nicolás tiene dos papás», con el objetivo de dejar clara su postura en temas valorativos como la identidad de género o el matrimonio igualitario.
Hace un par de días, el senador recién electo desató la polémica dentro de Chile Vamos, primero, al apoyar el proyecto de ley de identidad de género en la Comisión de DD.HH. de la Cámara de Diputados y, luego, al rebatir a Carlos Larraín, quien le reprochó tal apoyo y le recordó que debía hacerle caso a uno de sus “tres papás políticos” –Sebastián Piñera–, quien habría llamado a no apoyar el proyecto. Según Carlos Larraín, los otros dos papás políticos serían Andrés Allamand y el propio Larraín, quien se opone al proyecto.
La respuesta de Kast no tardó en llegar: “Yo tengo solamente dos papás”. Aparte de la ironía -ámbito en el que Larraín en general se mueve bien, pero que en este caso no logró manejar-, la respuesta de Kast fue un claro mensaje a quienes intenten pautear su discurso. Al decir que sus únicos padres son su fallecido padre biológico y su padrastro, Kast está manifestando que no tiene padres -más bien padrinos- políticos; y que desde luego Larraín no es alguien a quien deba pagar algún favor.
Las palabras de Felipe Kast son la culminación de un proceso de emancipación política e ideológica de la derecha más tradicional, el cual se había iniciado con su participación en las primarias presidenciales y que luego siguió con su exitosa candidatura senatorial por La Araucanía. Su mensaje entonces es muy claro, en el sentido de que está decidido a construir un liderazgo propio, dentro de la derecha, pero sin seguir las órdenes de cúpulas ni padrinos de los partidos tradicionales.
Pero además de lo anterior, y quizás aun más importante, sus palabras contienen un mensaje implícito potente. La referencia de Felipe Kast a los “dos papás” no es casualidad, sino más bien un juego semántico para hacer un guiño al controvertido libro Nicolás tiene dos papás, con el objetivo de dejar clara su postura en temas valorativos como la identidad de género o el matrimonio igualitario, marcando nuevamente una diferencia con la derecha más tradicional. Por algo lanzó su frase después de apoyar el proyecto de ley de identidad de género.
Es esperable, entonces, que Kast también apoye el proyecto de ley de matrimonio igualitario, presentado por el Gobierno en agosto pasado. Él mismo se ha definido públicamente como liberal, respondiendo a quienes lo criticaron por su postura contraria a la despenalización del aborto. El liberalismo, por definición, parte de la base que los individuos somos capaces de tomar nuestras propias decisiones, expresarlas y actuar conforme a ellas, sin que el Estado deba imponernos un determinado modelo de vida que restrinja nuestra libertad para decidir.
El hecho de que dos personas decidan libremente manifestar públicamente su amor como expresión de su propio bienestar personal, debiera ser razón suficiente para permitirles formalizar su relación ante la sociedad, sin importar cuál sea su sexo. En una sociedad democrática y laica como la nuestra, no son válidos los argumentos de quienes se oponen a que terceros puedan definir sus propias relaciones. ¿Por qué el Estado tiene que decidir qué tipo de relación conviene más a nuestros propios intereses? ¿No somos acaso nosotros quienes estamos en mejor condición para actuar conforme a tales intereses? Como dijo J.S. Mill (Sobre la Libertad), el que deja que el mundo elija por él su plan de vida, no necesita más facultades, salvo la facultad simiesca de la imitación.
En definitiva, una postura contraria al matrimonio igualitario es incompatible con la doctrina liberal. Es más, ni siquiera los argumentos biológicos –la procreación sólo es posible entre un hombre y una mujer, pero no entre dos personas del mismo sexo, sostienen los detractores del matrimonio igualitario– son atendibles en este caso. En efecto, el Código Civil reconoce la validez del matrimonio entre ancianos. Para los ancianos la procreación es imposible, salvo el caso del patriarca judío Abraham y su esposa Sara, quien procreó por intervención divina, por lo que no es entendible que algunos herederos de la tradición judeo-cristiana invoquen justamente la imposibilidad de procrear como fundamento para excluir del matrimonio a las personas del mismo sexo.
Para Hume (Tratado de la Naturaleza Humana), la especie más común del amor nace primero de la belleza y luego se convierte en cariño o estima –la pasión más refinada del alma– y apetito corporal. ¿Por qué entonces limitarlo?
En conclusión, las declaraciones de Kast permiten predecir la postura que va a defender en temas no exentos de polémica, aun cuando pueda ganarse la crítica de quienes pretenden seguir tratándolo como su hijo. Si quiere avanzar para plantearse como una verdadera alternativa de la derecha liberal, debe partir por construir un liderazgo y persuadir a su propio sector. Está por verse si podrá lograrlo, pero al menos ha dado muestras de que capacidades y ganas no le faltan.
Se debe respetar a la minoría que pretende mantener el matrimonio entre un hombre y una mujer. Hoy en dia este matrimonio y las uniones homosexuales son ambas minorías, y no se puede forzar a otro a que adapte su creencia a la mía, modificando su propio rito. Eso no es liberal. La regla general en un estado laico debe ser una unión civil con igualdad de derechos (AUC), reconociendose bajo ese estatuto a todas las clases de uniones existentes, segun sus propias reglas y ritos, entre ellas el matrimonio, que ha sido y es, historica y juridicamene, entre un hombre y una mujer
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